JOSE LUIS RODRIGUEZ ZAPATERO PESCANDO

Publicado: 27 de febrero de 2012 en Uncategorized

De lunes a viernes Zapatero acude al Consejo de Estado, donde hace informes sobre las leyes del Gobierno de Rajoy. «Aquí está cómodo»

Esta primavera volverá a disfrutar con la picada de una pintona, con la pasión por ese violento tirón que le atrapó a los 12 años y le ha acompañado hasta los 51. Dentro de un mes regresará al río, casi olvidado en La Moncloa, donde aprendió a observar, a esperar con paciencia y maña a una presa desconfiada y rápida que siempre busca las aguas más oxigenadas. Comprobará de nuevo que la suerte de un pescador pende de un hilo. Para esa caña tiene cebo. Para la que soltó hace tres meses está convencido de «que se le han acabado los anzuelos. Se retira. No quiere poder. Solo tranquilidad, descanso y familia. Mucha familia. Está bien, anda tranquilo», resume un buen amigo.

Juan, el hermano de José Luis Rodríguez Zapatero, ha reservado ya los cotos para refrescar la mayor afición del expresidente, casi la única que conserva de la infancia. Los dos aprendieron a sentir el río a través de los ojos y las manos de su padre. Ahora deberá recordar dónde está el lugar para la mejor tirada, el punto donde la corriente cambia y crea líneas entre aguas rápidas y más lentas. Parece que también ha dado con la vivienda idónea para las hechuras actuales de la familia. Para combinar la actividad de dos adolescentes criadas en el intenso Madrid con el sosiego que anhela el matrimonio.

En el selecto y discreto Somosaguas se les ve cómodos. Cuando ZP va al cajero del centro comercial Zoco, acompañado por los escoltas, o a cenar con Sonsoles, Laura y Alba. «Aquí muchos queremos ayudarles a que se sientan bien. Son sencillos y salen como cualquier otro madrileño. Pero con mucha discreción», coinciden varios hosteleros. «Sí que son reservados, sí», tercia un empresario con chalé a dos manzanas del de los Zapatero-Espinosa. «No les he visto jamás. La verdad es que aquí no hay vida de barrio como se entiende en otras partes, sino que se hace la vida en casa. Dicen que sigue practicando footing, pero no les hemos visto jamás. Ni a él ni al resto de su familia».

Su nuevo hogar es una villa de 260 metros cuadrados y formas clásicas. Una casa de invitados anexa a otra de mayores dimensiones, cuyo propietario -el empresario vasco Luis Delclaux- se la ha alquilado. En internet pedían 2.500 euros al mes. Cuatro dormitorios, tres baños, un salón de 40 metros, otros tantos para el comedor y una discreta cocina. Paredes con suaves rayas en tonos piedra. Un porche con aire francés y columnas que mira a una pequeña piscina, donde es complicado que Sonsoles practique el submarinismo con el que disfrutará en sus inminentes vacaciones de Semana Santa en Lanzarote. Se lo contó el expresidente a algunos colegas de la isla en el congreso de Sevilla: «Lo que no tenemos claro es si se alojarán en algún hotel o se decantarán por una casa rural. Eso es casi secreto».
Conseguir esa foto será tan complicado como retratar a Laura, ya tiene 18, con sus libros de Filología inglesa. Se matriculó en la Universidad de León, pero al final ella y su hermana convencieron a sus padres y evitaron la mudanza de la capital al terruño. Cambio de universidad y de pelo, ahora caoba. En una foto de la fiesta del Orgullo Gay miran a la cámara de una amiga sonrientes, menos góticas. «Ellas y Sonsoles ocupan ahora buena parte de su tiempo y sus pensamientos», admite ese buen amigo. Les hace el zumo por la mañana y quizá les recuerde que con la misma edad de Alba, a los 16, empezó su fulgurante carrera política al escuchar en un mitin a Felipe González. El mismo hombre que hace dos meses le llamó al móvil cuando llevaba recorridos 100 metros de la verja de La Moncloa con las maletas en el coche: «Sé lo que se siente en este momento, un abrazo muy fuerte».

Supervisor de nubes

Pero para ZP ahora es más importante ese zumo que la exportación de la naranja. Por las chicas ha renunciado a la vida retirada en León que soñaba con Sonsoles. Su refugio, el chalé en la urbanización Cantón Blanco, con vistas a la Cordillera Cantábrica y el monte San Isidro, será más discreto. Una segunda residencia. Los 416 metros construidos previstos inicialmente se quedan en 160. «La obra ha estado bastante parada. Justo esta semana han echado el forjado de la única planta en que se queda la casa. Antes se les veía más por León. A Sonsoles, sobre todo. Ahora, quizás, como no se tiene que ‘esconder’ tanto está más relajada en Madrid. No necesita venir aquí como escape», interpreta una conocida de la exprimera dama.

En su añorado León, Zapatero no puede, de momento, supervisar nubes, «acostado en una hamaca y mirando al cielo», el mejor destino que hay según dejó escrito Ramón Gómez de la Serna, uno de sus autores favoritos. Después del zumo mañanero, se pone la chaqueta y se dirige al Consejo de Estado. De lunes a viernes. Fundado en 1521 por Carlos V, hace tiempo que dejó de ser un órgano de aristócratas. Hoy es una institución más abierta de 30 miembros. Los hay permanentes, electivos y natos. Los dos primeros son nombrados por el presidente del Ejecutivo español. Pero con las reformas que introdujo el propio ZP en 2004, nada más estrenarse en el cargo, hay un nuevo estamento, el de los exjefes del Gobierno español. Son consejeros natos pero trabajan y ganan como los permanentes. O sea, bastante más. El fiscal general o el director de la Real Academia Española, por ejemplo, cobran 800 euros netos por pleno y mes. Zapatero, 80.000 euros anuales, un ‘sueldo’ similar al de un secretario de estado. Además tiene una nómina vitalicia de 75.000 euros en calidad de expresidente. En total, 155.000 euros al año, casi el doble de lo que ganaba cuando dirigía el país que dejó al borde de la recesión y con el paro desbocado.

Junto a exministros, reputados juristas, filósofos e historiadores, y con el apoyo de los letrados del organismo, deberá preparar informes sobre los proyectos de ley que formule el Gobierno de Rajoy y luego debatirlos en el pleno con estos ‘sabios’. La reforma laboral, la del aborto,… En cualquier caso, se trata de un órgano consultivo, cuyos informes pueden quedarse en el cajón del presidente, como hizo más de una vez el propio ZP.

Algunos de sus nuevos compañeros -tomó posesión el 9 de febrero- calculan que «a medio plazo cuajará en la institución. Es educado, afable y, sin tener una profunda formación intelectual, tiene cierta admiración por el mundo académico». El socialista Juan José Laborda, expresidente del Senado, además de profesor, historiador, periodista y miembro electivo del Consejo de Estado, está convencido de que Zapatero echa de menos no haber seguido la carrera académica. «La política ha absorbido completamente su existencia. Le ha dedicado más tiempo que Felipe González y Aznar. Solo conozco otro caso igual: Jordi Pujol».

¿Y cómo se deja una pasión así? «Puede resultar contradictorio, sí, pero es que él en el fondo ha querido cambiar el Estado, y le costó seis años darse cuenta de que no iba a poder modificar el trazado de la Constitución. Los procesos constituyentes son históricos. Él no lo consiguió y se va».

Las actividades privadas y remuneradas de González y Aznar les impiden participar en el Consejo de Estado, donde reina el buen ambiente. «Hombre, no nos vamos a cenar, pero tenemos una relación extraordinaria. Por cierto, Aznar estuvo dos meses hasta que se descubrió que cobraba otro sueldo y se vio forzado a dejarlo», recuerda otro miembro de la entidad. «A José Luis se le nota aquí cómodo, a resguardo».

Hay quien ve en su nuevo destino una renuncia a intentar buscarse la vida en el ámbito privado, donde su experiencia es nula. «Esto tiene que ver con su manera de entender el poder, por el que ha tenido un aprecio relativo. Para él, el poder no es algo bueno. Quizás tenga que ver con que Suárez, González o Aznar asumieron en su totalidad la idea de Estado; el Estado terminó por impregnar sus decisiones, su vida. Zapatero no ha tenido esa capacidad para entender el Estado en su totalidad», opina Laborda.

El hombre del talante tampoco quiere ser un jarrón chino en el partido, que estorba lo pongas donde lo pongas. Nada de despacho en Ferraz. Lo tiene en Gobelas, al lado de los de Felipe González y Jesús Caldera, presidente de la de Fundación Ideas, con la que colaborará. Gertru, la fiel secretaria de los últimos siete años, le sigue llevando la agenda. José Miguel Vidal Zapatero, sombra discreta y silenciosa, continúa de asesor. En La Moncloa fue «el enchufado por ser su primo. Pero supo hacerse respetar. Es un hombre muy inteligente, trabajador y serio. Sin ambición política, como se ha demostrado», cuenta un ex alto cargo socialista.

El círculo íntimo de Sonsoles Espinosa tampoco ha variado mucho. Sigue cantando en el coro de la Capilla Real de Madrid. «Ella estaba con nosotros antes de ser ‘presidenta’ y lo sigue haciendo ahora con la misma discreción y profesionalidad de siempre. No es que nos hayamos impuesto una ley del silencio, pero el mismo compañerismo nos lleva a guardarlo». Ni los compañeros ni la gerente de la agrupación musical se atreven a comentar más. La soprano ha establecido un cordón sanitario alrededor de su figura que es difícil quebrarlo, aunque ya no viva en La Moncloa. «Ella nos pide que no la publicitemos, pero a veces es inevitable. Es un arma de doble filo porque siempre tenemos la sospecha: ¿nos va bien porque ella canta con nosotros o por la labor que hacemos todos?», confesaba hace meses Óscar Gershensohn, director de la Capilla Real y amigo personal de Sonsoles.

En vaqueros al ensayo

El grupo de música barroca, que ha actuado en los mejores escenarios del país y tiene trayectoria internacional, prepara ahora el Réquiem de Mozart que interpretará el 1 de abril en León, y varias Cantatas de Bach, el preferido de Sonsoles, que siempre está en guardia en los ensayos. «Ha entrado gente con cámaras ocultas y no se fía de nadie». Para esto también tiene más tiempo ZP, que suele ir a verla en vaqueros, «como uno más». Y para su padre y su hermano, a los que visita de vez en cuando en León.

Todavía no tiene claro si aceptará la oferta de Planeta de escribir sus memorias, «alejada sideralmente de la cifra de 700.000 euros que se publicó. Hay interés porque acepte, pero aún no tenemos una respuesta», detalla un portavoz de la editorial. Quizás necesite vivir más tiempo alejado de la política para tomar perspectiva. En ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’, uno de los últimos libros que ha leído, Haruki Murakami narra la búsqueda desesperada del sentido de la vida. La personal y la general. Hay un momento en que el protagonista permanece en el fondo de un pozo para intentar allí, lejos de los confines cotidianos y en la oscuridad, descubrir el significado de lo que le sucede y le ha sucedido. A Zapatero le espera el río.

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